lunes, 6 de abril de 2015

II GALA "FLAMENC@S DE VERDÁ". Flamencas en la Sombra

 
RESEÑA DE SU DISCO. "Flamencas en la Sombra"
 
No es una cantaora de estas a las que le guste el oropel, los books de fotos, los clubes de fans y las redes sociales superguaysdelamuerte en las que escribir lo estupendas y humildísimas artistas que son, no. A Montse Cortés le gusta cantar y estar con su gente. Y con eso nos vale a los aficionados.
Porque esta cantaora catalana es así, no hay quien lo remedie. De hecho, si no fuera porque artistas como Tomatito, Viejín, Farruquito o sobre todo el desaparecido Paco de Lucía se esforzaron en tirar de ella para salir de gira y grabar, lo mismo estábamos ante otra más de esas “Flamencas en la sombra” a las que homenajea en su último disco. Mujeres que pasaron por este arte sin recibir el reconocimiento de gremio y afición teniendo tantas o más cualidades para el cante que otras u otros que se “hincharon”. De eso todavía se ve mucho, por cierto.
 
Álbum, decíamos, que presentó en la sala Galileo el pasado día diez ante una escueta audiencia (y eso que era Montse Cortés) con la sabrosa y más que solvente guitarra de su marido Paco Heredia y el fino y también escueto cajón del hijo mayor de la cantaora, Antonio.
 
Repertorio de menos de una hora por Malagueña de la Trini, seguiriya, soleá por bulerías dedicada al veterano tocaor Juan Antonio Muñoz, allí presente y colaborador en el disco. Jaleos de la Marelu, tangos a Aurora Losada, bulerías a Charo Rubio, tangos a Tina de “Las Grecas” y más tangos, ahora de Granada, con ecos de la Repompa y la Pirula.
 
Es oír a Montse y acordarse uno de Paco de Lucía, sí, de nuevo. Y pasarán muchos años hasta que nos quitemos ese acto reflejo. De esas giras en las que Montse hacía sonreir a todo el grupo cada vez que abría la boca y echaba un cante. Pero ojo, que alguien le diga cuanto antes a esta señora que afina bien, muy bien. Tanto que no hace falta recurrir constantemente al tic de taparse la oreja y buscarse las vueltas. Díganselo, por favor.
 
Cantaora que cuando cumpla ochenta, ya lo verán, tendrá en su casa el ajetreo que tenía la morada de Bernarda y Fernanda en Utrera al final de sus días, cuando la gente les mendigaba una letrita. Montse es mucha Montse.
 
Final por bulerías donde descubrimos que su Antonio, además de tener madera de cajonero, tiene mucha más de cantaor. Metal, personalidad y exquisitas afinaciones y compás. Hay quien nace con ello y punto.
 
Pablo San Nicasio

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